Somos Mancha Brava

Crecí con la convicción de que hablar en público no era lo mío, ahora creo que no es tan cierto, pues si bien soy de los que temía levantar la mano en la universidad pese a saber la respuesta, juro que vengo agarrándole gusto a esto de exponerme delante de los demás; y Mancha Brava ha tenido mucho que ver en ello.

En realidad, Mujeres Batalla fue mi escuela. ¡Lo que me costaba sentarme ante la concurrencia! ¿Y si no viene nadie? La primera vez, incluso se me quebró la voz. Fátima de Romaña, abogada de las buenas y ante todo gran amiga, trataba de convencerme de que diera charlas a partir de las valiosas experiencias de mis entrevistadas. No, gracias.

Pero a fines del 2019 publiqué por mi cuenta Mancha Brava y como su promoción y comercialización dependían íntegramente de mí, terminé visitando empresas y organizaciones para contarle a su gente cómo nació el libro, cuál es su propuesta. El flaco que temía levantar la mano en clase pese a saber la respuesta aún vivía en mí, y empezó a diluirse. Charla a charla iba ocurriendo: se diluía.

Mi público eran mamás y papás comprometidos con el empoderamiento de sus hijas y la formación de chicos que valoren y respeten a la mujer. Les contaba que todo empezó camino al colegio de Miranda, que ella tenía 5 años y le narré por primera vez la historia de una Mujer Batalla, que verla luego crecer me permitió entender que ese simple hecho -crecer- la convertía en una potencial víctima de violencia -solo por ser mujer-, que algo tenía que hacer y que por eso le puse más punche a mi propuesta.

Con cada charla, la Mancha Brava crecía; incluso surgían ideas. ¡Hagamos una escuela para desmantelar machos! Quienes no eran padres también se sumaban. Las cosas no podían marchar mejor: estaba ayudando a sembrar equidad de género desde la infancia, llevaba mil ejemplares vendidos e igual número de libros donados a los colegios Fe y Alegría, cada vez les agarraba más gusto a esos encuentros, ¡estaba hablando en público! Y nos cayó encima la pandemia.

Desde que se registró en el país el primer caso de COVID-19 han pasado ya más de cinco meses, las deficiencias de nuestro sistema de salud son evidentes y nuestra clase política es lo que es. Como miles de peruanos, además de cuidar de mí y los míos, procedí a idear alternativas. No había ingresos, no quedaba otra. “No me detengas ahora”, dice la canción de Queen, pues hubo que actuar, abrir los sentidos y encontrar puertas; y ellas comenzaron a aparecer.

Tuve suerte. En las redes sociales, en los medios; aquí, allá, una a una, ellas fueron apareciendo. Ellas, las protagonistas de mi siguiente aventura.

Mujeres de distintos oficios que destacaban por su labor. Todo era miedo e incertidumbre, y cada una -desde su trinchera- brindaba alivio, seguridad, incluso esperanza. Representaban a miles. Juntas eran una Mancha Brava. Sí, lo escribo en pasado, pues he recogido un momento, los primeros meses de esta coyuntura que aún nos golpea.

Mancha Brava / Las Heroínas de la Pandemia, el título. Esta vez no se trataría de una edición con tapa dura, había que adecuarse. ¡Como los profesores que ahora dan clases virtuales! Ellos nos inspiraron; y entonces decidimos: para que sus historias estén a disposición de profesores y alumnos, el libro debe ser digital. No solo eso: para que de verdad esté al alcance de todos, además debe ser gratuito. Ahora sí, ¡a buscar aliadas para hacerlo realidad!

Las inversionistas debían ser empresas que apostasen por la equidad de género y, como siempre, Enel fue la primera en anotarse. Le siguieron Poderosa, Metro, Hochschild, Fundación Telefónica y Scotiabank.

Bueno pues, aquí estamos. ¿Qué va a pasar? Ya lo veremos… Una cosa es segura: juntos, somos una Mancha Brava.

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Antonio Orjeda

Antonio Orjeda

Periodista, autor de "Mujeres Batalla" y de los libros "Mancha Brava".

2 comentarios

  1. ME HAN GUSTADO SUS PUBLICACIONES EN ESPECIAL EL LIBRO PUBLICADO NOS MUESTRA LA RIQUEZA DE EMPRENDIMIENTO Y LA PONDERACION DE LA MUJER EN EL PERÚ

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