No lo piense más y pase la página. La presente entrevista a Carmen Rosa Graham, ex gerente general de IBM del Perú, hoy directora regional de estrategia de esa megaempresa, no ofrece primicia alguna, tampoco cifras ni secretos estratégicos.
Con ella, con Toti -como usted la terminaría llamando de conocerla-, quien además es miembro del consejo consultivo de la filial local de OWIT (sigla en inglés de Organización Internacional de Mujeres en Negocios), hablamos sobre esa facultad a la que sus congéneres tienen cada vez mayor acceso: el poder.
¿El poder embrutece?
El poder da sapiencia cuando está bien encauzado, porque el poder te compromete, te obliga a tener una visión más integra.
El poder entonces desnuda, hace evidente lo que realmente llevamos dentro.
Con el poder se hacen más evidentes las características de las personas. Cuando tienes una situación de poder en el tiempo, terminas mostrando tus cualidades más íntimas.
En política, el poder ha delatado casos de irregularidades tanto en hombres como en mujeres.
También casos de grandeza, tanto en política, empresa o en la sociedad civil. Lo que pasa, es que solemos hablar más de lo malo, pero cada día yo me siento más satisfecha de la cantidad de gente de perfil bajo que hace las cosas bien, no por la necesidad de que se sepa que lo ha hecho, sino simplemente porque cree que es lo correcto. Esos son los valores que tenemos que rescatar.
¿Cómo responde el hombre ante la presencia cada vez mayor de la mujer en los altos cargos?
La mujer ha tenido poder durante toda la historia. Probablemente hoy tenga poder sobre mayor cantidad de gente y sus acciones sean relevantes a más personas, pero el poder que siempre ha tenido como madre y como tronco de la familia, creo que es poderosísimo; y es muy importante, porque la mujer forja a la gente. Ahora, si somos capaces de, con esa misma dedicación, con ese mismo amor con el que formamos hijos y parientes, si somos capaces con esa sabiduría de influir en la sociedad y en los negocios, yo creo que ese sería un magnífico aporte a la sociedad.
Entonces, la mujer siempre ha sido poderosa.
Yo creo que sí.
Pero solapa, como en la marinera: baile en el que el hombre cree conquistar, cuando es ella quien le permite creerse conquistador.
Ese es un estilo de ejercer el poder. Lo que pasa, es que muchas veces decimos: “Este es poderoso porque golpea la mesa y grita”. Esa no es más que una demostración de poder o, más bien, una forma de ser; porque el poder no necesariamente viene con el ruido.
En el plano laboral, ustedes lo han demostrado, pues pueden apelar a sus encantos para conseguir aquello que a un hombre le costaría más.
También puede apelar a otro tipo de astucias. También puede elegir ir más bien por el lado humano, por no confrontar, más bien buscar canales de diálogo en lugar de decir: “¡Esto es así!”. Son estilos de comunicación, más que nada.
¿Cómo ha afectado eso al hombre, acostumbrado a tener el rol de mando?
Hay hombres que lo toman de manera positiva, y que son lo suficientemente inteligentes como para hacer equipo con los nuevos estilos de liderazgo que surgen desde el género femenino. Un líder, hoy, en cualquier institución -sea pública o privada- si es realmente un líder, tiene que contemplar las características y las facilidades que le da la diversidad, y la diversidad más evidente en el país es la de hombre y mujer. Un líder exitoso tiene que saber combinarlos. No solo porque sea bueno para la empresa, sino porque lo es para la sociedad.
Cada vez hay más mujeres consumidoras y, cada vez más, de artículos que antes no nos eran comunes. Hoy, la mujer decide la compra de maquinaria, el tipo de camión y la ubicación de la mina… Estamos decidiendo cosas distintas, y más vale que nuestro pensamiento y modo de ver el mundo estén integrados en los procesos de negocios.
Sin embargo, hay estudios que señalan que debe haber un límite de mujeres trabajando juntas, pues de lo contrario se sacan los ojos.
Lo mismo sucede con los hombres, lo que pasa ¡es que ya se acostumbraron a sacarse los ojos! (ríe)…
¿De veras cree eso?
Sí. Pero más allá de las rivalidades, creo que ambos -hombres y mujeres- combinan muy bien. Una empresa puede lograr una sinergia tremenda con esa combinación. Lo importante no es que se sea hombre o mujer, pues ninguno tiene valor por eso. Nadie se debe ganar un puesto por solo ser mujer, sino porque es un profesional o una persona excepcional. En mi experiencia, los equipos de trabajo más exitosos han sido los equipos mixtos.
Lo fundamental son los valores.
Los valores y las competencias profesionales. Eso es lo básico, y son temas que uno tiene que cuidar muchísimo cuando se refiere a temas de género, pues nadie quiere ganarse nada -sea el éxito o el fracaso- porque nació de un sexo o de otro.
Se creyó que la imagen del policía de tránsito cambiaría con el ingreso de las mujeres policías, pero ya vemos que no.
No porque pongas mujeres va a mejorar. A lo mejor habrá gente que confíe más en una policía mujer, entonces hay que ver qué hacer para mejorar a los policías hombres que no son buenos. Es cuestión de trabajar los componentes.
¿Qué tan reacios somos los hombres a respetar la autoridad de la mujer? Miguel Ángel Mufarech, un presidente regional, no solo se zurró en una mujer policía…
Yo preguntaría si lo hizo porque se trataba de una mujer o si hubiera hecho lo mismo si se hubiese tratado de un hombre, porque también es cierto que somos más sensibles cuando ocurre (el maltrato) contra una mujer. Esto, porque según nuestra mentalidad, la mujer merece más respeto, más cortesía.
Es un reto para nosotras: seguir sumando mayores posiciones, aunque conservando siempre nuestra cualidad de mujeres, nuestra femineidad; y ese es también el reto del hombre, pues finalmente de eso se trata la vida: del encanto por la diversidad. ¿A qué hombre no le gusta cortejar a una dama? ¿A qué dama no le gusta que la atienda un caballero? Estas son las cosas que hay que conservar.
¿La mujer abusa de eso?
Podría haber mujeres que abusen, pero también podría haber hombres que lo hagan.
Cada uno apela a sus armas.
Sí. Nuevamente: es cuestión de valores y competencias; pero yo soy bien reacia a lanzar generalizaciones, pues pienso cada persona es eso: una persona, un mundo de características, de competencias y de experiencias.
Tiene 22 años en IBM, una transnacional que ha permitido que su experiencia laboral, en términos de género, sea saludable respecto a la de muchas mujeres.
Así es, soy una persona afortunada en muchos términos. Primero, porque tengo una linda familia, tuve una buena educación, tuve acceso a un trabajo en una transnacional que me mantiene al tanto de lo último en el mundo. Estoy súper agradecida, y es por eso mi compromiso: porque creo que todas las personas debemos dar el doble de lo que recibimos. Eso es lo que trato de comunicarle a mi gente. Por eso trato de participar en cuanta organización sin fines de lucro haya.
Ahora tiene un cargo a nivel regional. ¿Cuán poderosa es Toti Graham?
Tan poderosa, como que trabajo yo sola o bien puedo manejar o mover a tres mil personas.