6:15 a.m. Chacarilla. Cuando las puertas del gimnasio se abren, ella ya está ahí. Bien abrigada, repasa El Comercio mientras aguarda por hacerse de una de las peleadísimas bicicletas para hacer spinning.
Así se relaja. Así, Caridad de la Puente queda lista para enfrentar el día, para subir al piso 9 de la Torre Wiese y ponerse al timón de la compañía de seguros que lidera.
Aquí arriba, tras sus ventanas, Lima está más gris que nunca. 9:37 a.m. Iniciamos el diálogo…
Por lo general, se destacan los logros de las personas que han empezado de cero. Mi primera pregunta es: ¿La tienen fácil quienes han nacido en cuna de oro?
Yo diría que no, al contrario. En mi caso, yo empecé en la compañía -cuando se fundó- en el puesto de secretaria. Se trataba de una empresa familiar y, en aquel momento, yo era la que ganaba menos; y cada ascenso me costó muchísimo, porque había que demostrar que efectivamente no lo conseguía por ser accionista, sino porque merecía realmente el ascenso. Siento que eso hizo que costara más; y, a lo largo del tiempo, fui avanzando en mi carrera hasta llegar a ser presidenta de la compañía.
¿Cómo fue ese proceso?
Yo había llegado de Londres -me había ido a un school of business– y en ese momento estaba definiendo qué carrera seguir. Decidí entrar como secretaria y estudiar por las noches. Estudié en la Escuela de Seguros y en Universidad de Piura, luego me fui a hacer una especialización en Nueva York.
¿Qué tiempo trabajó como secretaria?
Como año y medio. Había salido recién del colegio, fui por todos los puestos: de secretaria pasé a ejecutiva de producción, luego a jefa, a apoderada adjunta, apoderada, subgerenta, gerenta adjunta, gerenta, gerenta general; hasta que, después de un tiempo, fui presidenta de la compañía.
No me ha sido sencillo, cada vez que me ascendían debía ganarme el puesto y, de alguna manera, probarlo más que el resto.
¿Esa es una política de la familia o una opción que usted asumió?
Una política de empresa.
Invita ha cumplido un año…
Como Invita, tenemos año y medio.
¿Cómo les ha ido?
Muy bien. Este año tenemos un crecimiento del 7% y es importante, porque el mercado de seguros este año está cayendo por una situación coyuntural. Ha caído 10%.
¿Por qué?
Por dos razones: al final del año pasado se licitaron los seguros de invalidez y de sobrevivencia a las AFP, y la Superintendencia de Banca y Seguros dio nuevas condiciones técnicas que provocaron que las tasas bajaran mucho. Entonces, al ser esos seguros tan importantes y las tasas bajar, el primaje decreció. La segunda razón fue que las rentas vitalicias provenientes del régimen de jubilación anticipada que dio el Gobierno tuvieron un crecimiento muy fuerte el 2003. Este año todavía hay ese tipo de rentas, pero ya bastante menos. La mayoría de gente que pudo acceder a la jubilación anticipada, lo hizo el año pasado.
Una de las metas de Invita era captar al público B y C. ¿Lo ha logrado?
Lo estamos logrando. Tenemos una fuerza de ventas propia, tanto para seguros de vida individual como para seguros de renta vitalicia. Nuestra labor es puerta por puerta para la venta de ese tipo de acciones. También hemos logrado vender seguros masivos a través de empresas; y tenemos un proyecto en uno de los conos que muy pronto vamos a lanzar.
¿En el cono norte?
Ya lo comentaré cuando lo lancemos.
El mercado de seguros, igual que otros, ¿ha demorado en darse cuenta de que el futuro está en los conos?
No es que nos hayamos demorado, hay una necesidad de crear conciencia de la necesidad de un seguro en las personas, pero tienen que ver como prioridad el consumo inmediato. No se dan cuenta de que, al final, lo importante es la protección.
Creo que con el sistema de fondos de pensiones se comenzó a crear conciencia de la necesidad de ahorrar para el futuro; y, a raíz de eso, hemos ido tratando de llegar a esos segmentos antes de ir a venderles los productos.
¿Cómo posicionar la idea de la necesidad de adquirir un seguro?
Lo importante es que se den cuenta de que cuando el pilar económico de la familia no esté, ¿qué va a pasar con ellos? El año pasado sacamos un comercial de televisión en el que contábamos cómo un niño pudo estudiar una carrera, a pesar de que su padre ya no estaba vivo: gracias al seguro que compró su papa. Ese tipo de conciencia es la que queremos crear en la gente.
Utilidades. ¿Cómo les ha ido en este año y medio?
Las compañías de seguros de vida no tienen grandes utilidades en los primeros años, porque tienen que acumular reservas muy importantes para sus obligaciones futuras. En lo que va del año hemos tenido una utilidad de 300 mil dólares, pero lo que importa es la reserva que vamos acumulando.
Pero Invita no es una compañía nueva, surgió de Wiese Aetna y, esta, lo hizo antes de la Compañía de Seguros Cóndor.
Invita tiene 24 años en el mercado, fue fundada en 1980. Cuando tuvimos como socio a Aetna, nos llamamos Wiese Aetna. Pero ING, un conglomerado mundial muy importante, la compañía de seguros de vida más importante de Estados Unidos, compró Aetna y eso nos obligó a cambiar el nombre. Ahí fue que decidimos llamarnos Invita.
Es un enorme apoyo tener a ING como respaldo, tanto por información como por tecnología. Ahora, en este mundo globalizado, estamos al día tanto en seguros como en pensiones.
El momento político de tanto descontento, ¿afecta al ahorrista? ¿Hay ahorro?
Sí. En seguros de vida con ahorro estamos creciendo muchísimo, porque si bien hay descontento en la gente, también hay mayor consciencia de la necesidad de proteger el futuro. En lo que va del año hemos crecido un 15% en seguros de vida individual y, en rentas vitalicias, un 57% respecto al año pasado.
¿Perú va al Mundial?
¡Claro! No estoy muy metida en el fútbol, pero, optimista, ¡siempre!